martes, 4 de octubre de 2011

 LA VIRTUD DE LA FIDELIDAD

Enseña Santo Tomás que amamos a alguien cuando queremos el bien para él; si, en cambio, intentamos sacar provecho del otro porque nos agrada o nos es útil para algo, entonces propiamente no lo amamos: lo deseamos. Cuando amamos, cuando queremos el bien para otro, toda nuestra persona se entrega a ese amor, con independencia de gustos y de estados de ánimo: “la paga y el jornal del amor es recibir más amor” (San Juan de la Cruz).

Hemos de estar firmemente persuadidos de que lo principal del amor no es el sentimiento, sino la voluntad y las obras; y exige esfuerzo, sacrificio y entrega. El sentimiento y los estados de ánimo son mudables y sobre ellos no se puede construir algo tan fundamental como es la fidelidad. Esta virtud adquiere su firmeza del amor, del amor verdadero. Por eso,  cuando el amor –el humano y el divino- ha pasado ya por el período de mayor sentimiento, lo que queda no es lo menos importante, sino lo esencial, lo que da sentido a todo

FRANCISCO FERNÁNDEZ CARVAJAL  (Extracto)

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