martes, 13 de septiembre de 2011

CON POCAS PALABRAS, BASTA


Muchas veces nos rompemos la cabeza pensando de qué manera podemos hacernos entender mejor por nuestros hijos. Nos da la impresión de que les estamos hablando en alguna lengua muerta por la cara que ponen cuando les damos una consigna o queremos explicarles algo.

Y a veces tendremos que reconocer que si bien no estamos hablando en chino u otro idioma igualmente entendible, sí les estamos hablando sin fundamento, sin autoridad, sin coherencia...

Es nuestro deber de padres dar el ejemplo. Esto está entendido y aceptado por todo el mundo, es verdad, pero lo que no es verdad es que a veces (sólo a veces) no somos coherentes y nos desautorizamos solitos cuando decimos una cosa y hacemos otra. Parece que las virtudes son para predicarlas pero no para practicarlas, dijo alguien. Y esto sirve, no sólo para las virtudes, sino para toda enseñanza que queramos darle a nuestros hijos.

Es una verdad muy grande que ellos harán lo que nos vean hacer, y no lo que les digamos. Aunque esto sea algo muy importante y valioso. Nuestro discurso no tendrá validez si no está respaldado por nuestros hechos, por nuestro ejemplo. Sólo así ganaremos el respeto y la autoridad que se nos debe por ser padres.

Vale decir, entonces, que no debemos preocuparnos demasiado en qué le diremos a nuestros hijos, sino en cómo. Y el cómo es ni más ni menos que el ejemplo.

Dijo alguien que el ejemplo prepara la tierra en la que fructificará la palabra.

Nuestros hijos no necesitan padres doctos, sino padres coherentes que los quieran un montón.

                              
                                                                        STELLA MARIS VILLA DE ARONNA
                                                                                      Orientadora Familiar









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